5 de julio del 2020, por Obed Arango.
“Si nuestra indignación es verdadera, y deseamos salir a protestar, es importante reflexionar profundamente en el sexismo sistémico, el machismo y la misoginia”. OA
El pasado 22 de abril la Especialista Vanessa Guillén, miembro del ejército de los Estados Unidos, y quien trabajaba en la la base de Forth Hood, Tejas, desapareció, y hasta el pasado 30 de junio aparecieron sus restos. Se sospecha que su asesino fue su compañero de trabajo el también especialista Aaron David Robinson, de origen afroamericano. Durante las últimas semanas he escrito acerca del racismo sistémico, esta vez debo hablar del sexismo sistémico. Por tanto aquellos que buscan a través de este hecho juzgar a toda una raza, paren, porque el asunto es un feminicidio, un asunto totalmente de género en el que los hombres, los varones somos los culpables. Es común ver, en este sitio de Latinos de Norristown, memes y comentarios que denigran y que violentan a la mujer. Cuando nos preguntamos, cómo es que los feminicidios suceden, es así, inicia con la violencia verbal, social, física, y termina en la máxima tragedia.
Previo a la pandemia, el movimiento feminista a nivel mundial se movilizó denunciando el abuso, y los femenicidios que ocurren en todo el orbe y en especial como mexicano he seguido lo que ocurre en México por las últimas décadas, donde ocurren de dos a tres femenicidios al día, por tanto como hombre Latino y mexicano, no puedo cerrar los ojos a esta relidad. La violencia contra la mujer no es un chiste, no es una broma, es una terrible y trágica realidad.
Desgraciadamente, en los Estados Unidos no es distinto, en un mundo diseñado para el privilegio masculino, el sexismo es tan enfermizo como el racismo, y todos los hombres nacen con el privilegio que les favorecerá. El hombre blanco, el hombre negro, el hombre latino, el hombre asiático, el hombre europeo, el hombre indigena, nace con un privilegio en sus comunidades. Y la lucha por la equidad de género ha llevado siglos en distintas sociedades, y culturas. En la época moderna, los avances de género no han ido acorde con los avances de la ciencia, la tecnología y los derechos humanos. La mujer, así como las minorías en cuanto a orientación sexual sufren acoso constante por los hombres.
El machismo, la misoginia y el sexismo ha penetrado las instituciones, los lugares de trabajo, los espacios educativos, y los hogares. Casi ningún lugar en el mundo se escapa hoy en dia del sexismo. Si existe un hombre que no reconozca su privilegio, seguro ese hombre ejercerá un sexismo en algunos casos con microagresiones, y en otros con control de la pareja, de las compañeras y con violencia. Uno como hombre debe trabajar todos los días de la vida para sacudirse el sexismo, no hay otro camino, más que reconocer, aprender y corregir, buscar caminos de equidad, y de justicia. Pero no basta con la lucha individual como hombre, uno debe buscar el cambio sobre todo de las instituciones, de las prácticas sociales, de las estructuras, pues el sexismos, al igual que el racismo es sistémico y sistemático.
Lo que para los hombres les parece chiste, o un salario más alto, o asumir con prejuicio la inteligencia, la capacidad y el rol de la mujer o de las minorías de género, para ellas, es una agresión que marca un camino lleno de obstáculos, juicios, agresiones y violencia.
Por tanto, es importante decir que en el caso de Vanessa Guillén nos encontramos con un feminicidio que ocurrió en el ejército de los Estados Unidos y en una base militar. Las bases militares sobretodo han sido hiper masculinizadas, en la que el género femenino luchará constantemente con el desprecio de sus compañeros, y con el acoso sexual.
De acuerdo al Departamento de Defensa de los Estados Unidos en el año 2016, 14,900 miembros del ejercito sufrieron de abuso sexual. El sitio Medscape.com en un estudio estimó que 80 por ciento de las mujeres en el ejercito han sufrido acoso sexual y 25% de las mujeres en el ejército han sufrido abuso sexual.
Con estas estadísticas, como el artículo titulado “Violence Against Women in the Military” (Violencia contra la mujer en el ejército) de Medscape afirma que es una epidemia, lo cual confirma que el abuso de género cuenta con el consentimiento institucional, en otras palabras los violadores se salen con la suya, y el más trágico resultado lo vemos en el caso de Vanessa Guillén quien pagó con sus propia vida y nos indigna.
Pero si nuestra indignación es verdadera, y deseamos salir a protestar, es importante reflexionar profundamente en el sexismo, el machismo y la misoginia.